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Se inmortalizó el sueño de integrar a los cucuteños en torno a la cultura 

En algún lugar de un libro hay una frase esperando para darle sentido a la existencia, pues la pluma es el lenguaje del alma, decía Miguel de Cervantes Saavedra, y como él, a lo largo de la historia pensadores y literatos se han referido a los libros como el más importante invento de la humanidad, como bien lo decía el argentino Jorge Luis Borges, quien enseñó que los libros son extensión de la memoria y de la imaginación.

La pasión por este mundo, el de las letras, siempre estuvo latente en la vida de Julio Pérez Ferrero, el hombre que en 1919 puso en tierra fértil una semilla y un siglo después, se convirtió en la columna vertebral de la cultura cucuteña.


36.200 libros hacen parte del acervo de la Biblioteca 

La Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero ha permitido que decenas de generaciones aprendan que leer es de las sensaciones más agradables en la vida. Así le ocurrió al Nobel de Literatura peruano Mario Vargas Llosa cuando tuvo contacto con los libros, y al propio Cervantes, quien enseñó que: el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.

El camino recorrido por la Biblioteca Pública alcanza un siglo y el acontecimiento histórico es del tamaño de la victoria de David contra Goliat. En un mundo donde lo banal se ha convertido en moda, Quijotes locales evocando el espíritu soñador del personaje de Cervantes han inmortalizado el sueño de Julio Pérez Ferrero. 

Al ritmo del inconfundible olor de las páginas de un libro, la Biblioteca ha crecido, transformando la vida de sus usuarios y de quienes laboran en ella.

Los Quijotes de una historia que empezó a escribir Julio Pérez Ferrero y que continúa Julio García Herreros Prada, el carismático director que recorre los pasillos del antiguo edificio con guayabera blanca y una enorme sonrisa que contagia la pertenencia por Cúcuta.

Él, que tiene 18 años al frente de la corporación cultural, recuerda cómo antiguamente solo eran unas pequeñas salas de lectura donde los libros se ofrecían como en una tienda, entregándose por una ventana. 

Bibliocucuta

Ahora, la dinámica es abierta, con amplias, modernas y cómodas salas, en un entorno que incita a viajar por el mundo con un libro, en medio de la fresca brisa del Pamplonita.

El impacto positivo de la Julio Pérez Ferrero en la cultura local le significó en el 2014 ser finalista del Premio Nacional de Bibliotecas Públicas ‘Daniel Samper Ortega’, y quedarse con el primer lugar en la categoría Grande. El Ministerio de Cultura exaltó su labor en pro del desarrollo fronterizo.

Sala de Lectura

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Bibliocucuta

Un segundo hogar

Hace 15 años Marlene Navas Fernández llegó a la Biblioteca. Ella, natural de Tibú, donde atendió una droguería por 35 años, se convirtió en la coordinadora de la Red Departamental de Bibliotecas Públicas, que hace presencia en los 40 municipios de Norte de Santander.

Su historia es el reflejo de cómo la Biblioteca crece y con ella quienes dedican intensas jornadas a fortalecerla. En 1999, año tatuado en la memoria por las cruentas incursiones paramilitares en el Catatumbo, salió de Tibú con su esposo e hijo.

En Cúcuta estudió a distancia ciencias de la información y antes de terminar la carrera se vinculó a la Biblioteca. Al salir Adriana Ferreira de la coordinación de la Red, hace 11 años, Navas asumió esa responsabilidad.

La Biblioteca hace presencia en los municipios de Norte de Santander con la Bibliorueda, con la que promueven la lectura entre las nuevas generaciones

En 2005, la formalización de la Red y su dinamización como red humana, le valieron del Ministerio de Cultura el Premio Nacional a la Gestión Cultural.

En la sala de consulta general, otra historia se teje, la de Alix Pérez. Ella, en 1993, ingresó por concurso como auxiliar a la Biblioteca. Fue enviada a la Hemeroteca de San Cristóbal, donde aprendió el manejo de la misma y replicó la información en Cúcuta.

“Viví la época en que se pasó de la máquina de escribir a los computadores, adquirí herramientas para la vida, logré estudiar ciencias de la información a distancia y al tiempo que se mejoró la gestión cultural, me profesionalicé”.

Las vivencias de Pérez, quien ha pasado la mitad de su vida en la Biblioteca, son similares a las de Lola Lucrecia Mora Morales, de 51 años y quien también ingresó en 1993.

Ella estudió tecnología en desarrollo de la comunidad en el Instituto Superior de Educación Rural (Iser) de Pamplona y por concurso ingresó al entonces Instituto de Cultura del departamento. Allí, la asignaron a la Biblioteca y desde entonces han pasado 26 años. Hace 10 años participó en la catalogación digital y ha recibido capacitaciones en Bogotá. “He aprendido a fortalecer lazos de amistad, a dar sin esperar nada a cambio”.

Ludoteca

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Para todas las generaciones


46.480 usuarios tuvo la Biblioteca el año pasado
y en lo corrido de 2019, van 31.712. 

Los servicios culturales de la Biblioteca son diversos y para todas las generaciones. Yeimi Juliana Botello Gutiérrez, de 9 años y estudiante del colegio María Reina, a su edad vive enamorada del recinto cultural. Allí hace investigaciones para las tareas y lee libros de porrismo, su pasión.

“Estoy aprendiendo el lenguaje de señas. La Biblioteca tiene una sala para brindarles atención a personas que no pueden oír ni hablar. A mis compañeros de colegio les hablo de la importancia de no discriminar a las personas por su condición física y les enseño cómo comunicarse con las manos”.

Como ella son decenas de niños los que se aprecian en las salas, pero también adultos como Reinaldo Anavitarte Rodríguez, quien tiene 40 años visitando la Biblioteca y conoce la evolución del centro cultural.

“Soy un joven de 67 años, joven de espíritu y de corazón, uno no puede evitar que se le arrugue la piel, pero sí que se le arrugue el espíritu y el corazón. Hay que mantener una actitud jovial en la vida, el arte y la cultura lo facilitan”.

El centenario de la Julio Pérez Ferrero lo siente como propio. Él, recuerda que el amor por la lectura fue inculcado por su padre y de niño vivía cerca del edificio en el parque Nacional, donde funcionó la Biblioteca. “Jugaba al frente y cuando me cansaba me iba a leer”.

Con el paso de los años se formó como abogado y no pierde el hábito lector, al punto de que inspirado en libros de sicología, sobre el ser humano y la sexualidad, escribe una novela que tiene por título ‘La jaula del amor’.

Manualidades

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El libro más antiguo

En una bóveda, protegido de la luz y dentro de una cámara de cristal, permanece el libro más antiguo de la Biblioteca: La Crónica de Núremberg, que salió al mercado en 1493.

La obra es un preciado incunable, como son conocidas las publicaciones de esa época, en los inicios de la imprenta, que data de 1453. La versión original que reposa en la Biblioteca es en latín. También tuvo impresiones en alemán.

El autor es el alemán Hartmann Schedel y las temáticas que aborda, con alto contenido gráfico, son: mitos de la época, la creación del universo, la mujer, Dios y la forma en que se manejaba la iglesia en la Inquisición.

Sala de lectura infantil

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Recuperación fotográfica

El parque Santander de antaño tenía enormes palmeras y el enrejado le daba una connotación especial. El actual es plano y la vegetación ha mermado. Ver imágenes de la Cúcuta antigua permite hacer un viaje al pasado, admirar la arquitectura y reflexionar sobre la importancia de conservar la historia por medio de fotografías.

El testimonio de Leidy Katherine Morales Velasco, coordinadora del área de conservación y digitalización de fotografía de la Biblioteca, fue la antesala a historias que se avivan a diario en la entidad cultural, como parte de los proyectos Fototeca y Archivo Fotográfico de Norte de Santander.

Las iniciativas se empezaron a gestar en 2003 y buscan la recuperación, conservación y salvaguarda de fotografías con valor histórico y cultural, en aras de mantener vivos los legados de viejas generaciones.

El archivo tiene más de 21.000 fotografías, de las cuales cerca de 2.000 son de acceso público a través de www.repositorionortedesantander.org.

Las imágenes han sido donadas o compradas por la Biblioteca. Llegan en álbumes, pegadas en cartulina, en sobres y con polvo. “Se hace un registro de su estado y pasan a primeros auxilios. Se limpian con una combinación de agua destilada y alcohol. Luego, son catalogadas, se digitalizan y se les da una descripción”.

Bibliocucuta

La fotografía más antigua, de acuerdo con la coordinadora del área de conservación y digitalización de fotografía de la biblioteca, es un daguerrotipo de 1840 (imagen sobre una placa de cobre). 

Daguerrotipo

En la foto que hace parte del Fondo Luis Acero Jordán se observa a seis caballeros con sombreros y ropa de la época.


Concurso de Fotografía


15 años de la Flic

La Fiesta del Libro de Cúcuta (Flic), promovida por la Biblioteca, llega este año a su décimoquinta edición y en concepto del director García Herreros, “desde sus inicios ha buscado habilitar espacios donde confluyan pensadores, escritores, poetas, tendencias ideológicas, imaginarios y diferentes formas de pensamiento”.

Fronteras, ficciones humanas

El concepto es que la noción de frontera ha venido evolucionando, dando un giro a la definición elemental de línea divisoria de territorios, para verse como un espacio de correlación social, cambiante y que se alimenta de las vivencias de quienes en ella habitan.

Mobirise

Esto guarda conexión con la filosofía de la Biblioteca y su evolución. Para García Herreros el anhelo de tener un espacio para adquirir conocimiento y compartir vivencias se hizo realidad. Ahora, es labor de los cucuteños mantener vivo el legado de Julio Pérez Ferrero. 


Créditos

Periodista Cultural

Periodista digital

Agradecimientos especiales por las fotografías a:

Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero.